Que deliciosa panocha gorda y sin pelos tiene mi hermanastra madurita, una flaca bulímica con la cual me encanta coger y meterle toda mi verga gruesa y grande. Yo soy su macho, el único que se la coge y la llena de placer. Conmigo tiene la confianza de desnudarse sin sentir ninguna pena. Nos conocemos desde adolescentes, cuando nuestros padres se juntaron, y desde entonces llevamos una relación muy cercana. Pero no fue desde que ella comenzó a tener estos desordenes alimenticios, que comencé a cogérmela y hacerla mía, por el simple morbo de saber que se sentiría culearmela.
Me aproveché de su situación tan vulnerable para acercarme a ella y hacerla sentir mejor, y fue así como me gané su total confianza hasta que me atreví a ofrecerle sexo. Me excité tanto al verla así, toda flaca bulímica, que se me antojó de inmediato meterle la verga, sosteniendo relaciones incestuosas con mi hermanastra a escondidas, en mi departamento. Para mi sorpresa, tiene una panochota bien sabrosa la cual aprieta bien rico.
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