La niñera no sabía lo que le esperaba cuando aceptó ir en mi carro hacia su casa. Mi verdadero plan era tenerla a solas para convencerla de chupármela. La muy zorrita no tardó en querer complacer a su jefe, así que sin más rodeos se agachó para llevarse mi miembro viril a la boca. La muy putita estaba encantada de hacerme sexo oral en pleno auto.
Me detuve en un lugar despejado, con poca gente merodeando, y la niñera cachonda se lanzó como una loba sobre mi entrepierna. Con sus labios ardientes y su lengua traviesa, me hacía gemir de placer mientras disfrutaba de su mamada sin inhibiciones. La energía sexual en el auto era palpable, con sus movimientos sensuales y sus gemidos ahogados entre chupada y chupada. La niñera demostraba su destreza oral con cada succión, saboreando mi miembro con lujuria y pasión.
Mientras tanto, mi esposa ajena a mi travesura, creía que entre la niñera y yo era imposible que pasara algo. ¡Pero qué va! Aquella golfa estaba ocupada dándome la mejor mamada de su vida en el auto. Sus labios húmedos y su lengua experta hacían maravillas en mi erección, llevándome al límite del éxtasis. La niñera se entregaba con ansias a mi fantasía, sin importarle las consecuencias de su deliciosa acción. El placer prohibido de tenerla ahí, entregada a mi verga, era una experiencia excitante y perversa que ninguno de los dos olvidaría fácilmente.
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