Nos escapamos a escondidas al hotel, después de una fiesta familiar, y la puse a comerme la verga. La mamada de mi madrastra fue tan deliciosa que no pude evitar venirme en su boca, llenándosela de mucho esperma caliente hasta tragarse todo como toda una puta cerda caliente. Y es que esa forma de usar su boca y su lengua para chuparme el miembro y los huevos fue magistral. Se le notaba que ya tenía mucho tiempo deseando hacerlo y por fin se le hizo cumplir su fantasía. Ella es una hermosa milf cuarentona y yo un chico de 27.
Todo esto con ella sucedió después de salir de la fiesta. Ella y yo nos fuimos solos en mi auto, ya que mi padre no pudo asistir, y de camino a la casa, ya un poco tomados, la convencí de irnos a un hotel a coger. Era obvio que no iba a desaprovechar tan semejante oportunidad, me la tenía que coger esa noche si o si. Lo mejor de todo fue descubrir que ella también me tenía ganas. El poder disfrutar de una mamada de mi madrastra fue de lo mejor que me pudo pasar.
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Mamadas
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