Sin saber que estaba siendo grabada por una cámara oculta, que yo había puesto en el buró, mi mujer metió a su amante a nuestra recamara mientras yo estaba en un viaje de trabajo. Sabía perfectamente que la puta me estaba engañando y, para mi sorpresa, lo estaba haciendo con uno de nuestros jóvenes vecinos. La perra descarada lo metió a la casa, sabiendo que yo me encontraba lejos, y todo quedó grabado mientras cogían como perros calientes. Ella, una mujer de más de cuarenta y él, un chico de veintitantos, me hicieron cornudo en mi propia cama.
Lo que nunca se imaginó mi señora es que su infidelidad estaba siendo grabada por una cámara espía que yo mismo había colocado de manera estratégica, para que no se diera cuenta, y al final logré atraparla echándose un polvo con su joven novio y gozando como nunca del sexo con él. Tengo que confesar que en cuanto vi la grabación, más que molestarme me calenté al ver a mi putita tan feliz cogiendo y recibiendo verga de otro. Entendí perfectamente el porque mi mujer metió a su amante a nuestra recamara, y por eso nunca le reproché.
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