La nalgona del gym sabe bien cómo calentar motores y sacudir las sábanas cuando su marido y su retoño no están en casa. Sin pensarlo dos veces, la muy zorrita se escapa a mi casa en busca de una buena ensartada de verga, y no me hago del rogar en atender su llamado caliente. Con un culo que invita al pecado, se empina sobre la cama ansiosa de que le clave hasta el fondo mi miembro. ¡Y vaya que goza la pendeja! Sus gemidos resuenan por toda la habitación mientras me la culeo en posición de perrito.
La pongo en cuatro como a una perrita en celo, agarrando fuerte sus caderas para sumergirme en su abismo trasero. ¡Uy, qué delicia sentir cómo aprieta ese culote cuando se la meto hasta lo más profundo! Ella, la vecina casada y cachonda, se desvive por mi verga, suplicando que le apague el fuego que la consume. Desde que se apuntó al gym, se ha vuelto más insaciable que nunca, y su panocha ansiosa solo encuentra consuelo econmigo.
Ella termina bien caliente y con ganas de macho después de sus rutinas de ejercicio. Ahí es cuando ella me llama para decirme que quiere venir a mi casa para que le apague todo el fuego y la llene de placer con mi verga. Imposible decirle que no a esta puta culona.
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