Las ganas que tenía de estar con mi tía madura eran inmensas, es la hermana de mi mamá y siempre quise cogérmela desde que me cuidaba de pequeño. Fantaseaba con tenerla en la cama y hacerle de todo, como chuparle la panocha, el culo, sus tetas y darle bien duro, haciéndola gemir y llenándola de placer. Prácticamente todo eso se me cumplió el día que me fui con ella a un hotel, ya que yo le había prestado dinero pero, como no tenía con que pagármelo, pues no perdí la gran oportunidad de ofrecerle que me lo pagara con sexo.
Mi tía madura al principió se asustó y se sacó de onda, pero como era una cantidad más o menos fuerte la que me debía, no le quedó de otra que aceptar. A parte no le convenía que su marido supiera de ese préstamo que me pidió, ya que se enojaría mucho con ella. Prácticamente la tenía en mi bolsillo a esa puta deliciosa, mi gran momento de cogérmela había llegado. Lo mejor de todo es que cuando por fin estamos cogiendo, la muy piruja lo comenzó a disfrutar como si realmente quisiera estar conmigo.
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