La zorra es adicta a mi verga, a cada rato se anda viniendo a meter a mi casa para comérsela. Es mi vecina casada, una madura deliciosa con un culote exquisito y unas chichotas de infarto. La perra está buenísima y tengo la fortuna de andármela comiendo, ya que el muy idiota de su esposo se aburrió de ella y ya no le cumple como se debe en la cama. Siempre que se da una escapada, para venir a verme, llega super mojada y con muchas ganas de coger. Hasta me deja meterle la verga a pelo, sin ponerme condón.
Y es que para ella, yo ya soy su nuevo macho, el que la llena de placer con las cogidotas que le doy. La perra infiel, al ver que su marido la desaprovechaba, no tuvo de otra que caer rendida a mis brazos, ya que yo desde mucho antes ya le había hecho saber lo mucho que la deseaba. Quién diría que por culpa de su hombre yo me terminaría comiendo. Sin duda, lo mejor que me pudo pasar es que a mi vecina casada le dejaran de dar verga por las noches.
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