La vieja andaba en toalla, se iba a meter a bañar, y no pude resistirme a llegarle por detrás para abrazarla y manosearla. La madre de mi mujer y yo nos habíamos quedado a solas en la casa, era mi oportunidad para dármela y no la desaproveché. Me la cogí de perrito en la cama, su culo divino fue por fin mío después de haberle quitado la toalla de encima y haberla excitado con los arrimones de pija que le di. Al principio se hizo la difícil, pero en ningún momento me dijo que no la abrazara ni la manoseara.
Eso era una clara señal de que la madre de mi mujer quería que yo le metiera toda la verga en ese momento, ella sabía perfectamente que teníamos el tiempo suficiente para ponernos a coger y por eso me entregó el culo de esa manera tan fácil. Solo fue cuestión de que le llegara por detrás para que ella se pusiera bien cachonda y con ganas de culear, me coloqué el condón y la puse en cuatro a mi suegrita en la cama para dármela de una vez por todas.
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